¿Porqué cazo?

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    luchocas
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    Varias veces me pregunté ¿porqué cazo?, la verdad es una mezcla de varias cosas, pero las personas que despertaron en mí ese instinto que en la mayoría de seres humanos se duerme a causa de la civilización. Creo que los cazadores tenemos los genes algo diferentes y predomina ese instinto por cazar del hombre primitivo. Nadie necesita cazar para comer en nuestros tiempos, salvo que sea un caso de supervivencia por accidente o un nativo no contactado o que vivas en un lugar muy apartado. Siempre va a ser mejor, más barato, rico y sencillo adquirir la carne o el abrigo en un supermercado. El cazador actual no caza por hambre o frío. Caza porque tiene el instinto irrefrenable de cazar, somos un rezago de la evolución que lleva estos genes que por cierto los considero mejores y más importantes que los que lleva “evolucionados” el hombre moderno de nuestros días. La raza pura y que creo que está mejor preparada para sobrevivir es la primitiva, el calentamiento global, las guerras, la contaminación o cualquier otro medio de destrucción masivo que afecta la raza humana, creo que va a ser mejor resistido por los que llevan el gen de la cacería, que no dudo que pueda llamarse el de la pesca, la supervivencia o cualquier otro nombre más adecuado. Pero creo que si alguien se dedica a estudiar a los de mi raza, lo va a poder encontrar, describir y por qué no, implantar en el futuro al resto de la humanidad que lo tenga ya atrofiado.
    Cazar además en nuestros tiempos es una forma de proteger a las especies, los cazadores, aunque parezca una contradicción, y aunque les quitemos la vida a los animales, queremos que haya más, si no nuestra forma de vivir se extingue. La protección de las especies a través de la caza es un herramienta muy bien utilizada con los estudios respectivos en los países desarrollados y que se está implantando en los países con gran diversidad, pero no tan desarrollados como los africanos, donde el turismo cinegético es en muchos casos la primera fuente de ingresos de esas naciones y la primera fuente de trabajo directo e indirecto.
    En Latinoamérica hay muy buenos ejemplos como México, Argentina o Chile. Siendo el Perú uno de los países con más biodiversidad del mundo, se está desaprovechando una ventaja competitiva insuperable y que permanece ahí sin darle mayor atención. La selva no está considerada en los calendarios de caza desde hace varias décadas y sin ninguna explicación, permitiéndose solo el mal entendido concepto de “caza de subsistencia”, con la cual estoy totalmente de acuerdo, siempre y cuando no sea practicada por inmigrantes y se realice con los métodos tradicionales de cada cultura.
    El hombre es el depredador natural de muchas especies y si el hombre se va a la ciudad y artificialmente manipula los campos y siembra cantidades de alimentos que también lo son para la fauna, en concentraciones que la naturaleza no proveería jamás, la explosión demográfica de algunas especies es de esperar, y si estas especies son de interés cinegético, aquí estamos los de mi raza para ayudar. Pero si no lo son, pronto serán consideradas especies invasoras, plagas o algo peor y el control siempre será químico o en el mejor de los casos artificial, lo que nuevamente produce una degradación del medio ambiente y un desbalance en el equilibrio natural.
    Sucede lo contrario cuando el hombre interviene en la naturaleza y destruye el hábitat de la fauna, al no tener esta lugares donde comer o procrear, desaparece, como en el caso de los humedales costeros en nuestro país, al ser las zonas pantanosas drenadas para ganar tierras para la agricultura como en Camaná o para balnearios como en Puerto Viejo o para explotaciones mineras como en Chilca y la entrada a Pisco, se está destruyendo los lugares de paso, reposo y cría de miles de aves migratorias, que en nuestro país, por ser de una costa mayoritariamente desértica, sufren mucho y están desapareciendo. No es por la caza excesiva o por nuestra culpa, hemos cazado por décadas en esos lugares, pero si se destruyen esos ambientes, nadie podrá cazar nunca más, no sólo ahí, porque repito, son también lugares de reposo y de cría de aves de paso o migratorias. Otro ejemplo de esto es el sobrepastoreo en las zonas de lomas, este es un microclima muy frágil y el hecho de introducir fauna exótica como los chivos, lo destruyen totalmente y si se vuelven cimarrones es peor.
    Los cazadores siempre hemos estado preocupados de proteger a las especies y su diversidad. Los primeros parques naturales del mundo fueron creados gracias a los cazadores, y fueron los cazadores los que desde siempre han financiado estudios de fauna y reintroducción de especies en peligro de extinción. El caso más emblemático es Yellowstone en los Estados Unidos. El primer parque natural del mundo y gestionado por cazadores.
    Lamentablemente a los cazadores nos meten en el mismo saco que las personas que se dedican al tráfico de despojos de fauna silvestre, como lo podrían ser pieles, marfiles, plumas, cornamentas, etc. No tenemos nada que ver con aquellos desadaptados que lucran asesinando especies de fauna o flora para crear un tráfico por el valor que adquieren en el mercado negro. Al contrario, los combatimos. En el Perú los ejemplos claros como el de la vicuña, que no tiene mayor interés cinegético es típico, o el mono choro cola amarilla, o la pava aliblanca, etc., estos animales si se extinguen, no será por acción de los cazadores, hay otros elementos mucho más dañinos como la contaminación o el comercio de la lana, la deforestación, el calentamiento global.
    Cazar no es un deporte, es una forma de vivir y cuando cazas y sobre todo en la caza mayor, no hay goles o canastas o aplausos y tribunas. Eres tú y la naturaleza y de repente algún amigo o guía y como dijo un gran filósofo quizás con otras palabras: “Lo importante no es cazar, sino estar cazando”, por que cuando vas al campo a cazar, aunque no caces nada y no obtengas la presa elegida, igual cazaste. Cazar no implica intrínsecamente matar, igual cuando ves otras especies de animales o una madre con su cría o los juveniles. O simplemente los rastros de tu presa o los de un depredador como un puma, o si se te cruzó un zorro o te voló una perdiz, o viste un águila o una ardilla, o encontraste un lugar hermoso, o viste una linda montaña, o cruzaste un bosque, un páramo o un valle o encontraste una bella flor o un árbol añoso: ¡estas cazando! Cazar también implica conocer otras cosas como tu propio país o países distantes, conocer sobre plantas o insectos maravillosos y lo más importante, conocer personas, pueblos, costumbres.
    Cazar es también una terapia, como lo puede ser una colección de estampillas o jugar cartas con los amigos, en lo personal, tengo a mis guías instruidos para que me llamen por los datos los jueves, luego con los amigos armamos el grupo y definimos el destino, preparo los pertrechos y cuando salgo de madrugada, ya me olvidé de los problemas de la oficina o de la casa, o simplemente los discuto con los amigos en el trayecto y me ayudan a solucionarlos, pero lo que si estoy seguro es de que cuando regreso lo hago cansado, a veces herido, sucio, con espinas, etc., pero lo hago feliz, radiante y cuando me reincorporo a las actividades cotidianas, lo hago con la mente fresca y lista para mis labores.
    Cazar también es tener disciplina, porque por más que cuentes con la mejor tecnología en cuanto a las armas, las municiones expansivas y precisas, los aparatos de puntería o miras telescópicas más sofisticadas o lo que sea que te ayude a vencer a tu presa, si no tienes disciplina o un estado físico que te permita lograr acercarte sin que los animales te vean, escuchen u olfateen, o simplemente llegar a los lugares donde estos viven, como en la caza de alta montaña, no puedes cazar. Los cazadores tenemos un código de ética, donde lo más importante muchas veces no está escrito, pero lo respetamos. Cazar no es ir a alumbrar los venados de noche, donde no sabes a qué le disparas, el animal no sabe lo que pasa ni quien esta detrás de la luz y no lo ve como un depredador o el enemigo, simplemente ve algo que no conoce y mira con curiosidad y esa curiosidad la aprovechan algunos desadaptados para asesinar. Cazar tampoco es subirse a un helicóptero y disparar desde el mismo, o prenderle fuego a un lugar y esperar a que los animales huyan para asesinarlos, como pescar no es meter un petardo de dinamita o veneno en el agua y recoger todo lo que salga. Cazar no es dispararle al primer animal que se te cruza y peor aun si es hembra o juvenil. Cazar hembras sería el ideal cuando ya existe un plan de manejo de la especie, pero en países como el nuestro, una hembra es un vientre que puede ser utilizado por un macho y que no está mal visto si tiene muchas “novias” y por el contrario es común que tengan muchas novias.
    Cazar es un reto y mientras más alto, mejor. Por eso cuando veo un venado joven, lo dejo pasar y lo observo un rato, porque sé que en un par de años lo voy a volver a encontrar hermoso, por eso tenemos que ser selectivos con nuestras presas y tomarlas de la naturaleza cuando ya estemos seguros que son representativos de su especie y ya han completado su ciclo de vida y dejaron descendencia. Por eso debemos evitar cazar las especies protegidas y escasas sin un plan de manejo o estudio previo.
    Cazo porque me gusta y me trae muchas satisfacciones, porque aunque lo intenté, no puedo dejar de hacerlo. No me gusta la muerte, sin embargo debo matar, pero lo trato de hacer de la manera que el animal sufra lo menos posible y si no sufre, mucho mejor. Cazo porque la cacería cura las penas de amor, el stress, la soledad, te mantiene en un buen estado físico y saludable, te hace conocer a la gente, buena y mala, a tu país, al del vecino. Cazo porque es parte de mi vida y mi vida es cazar y todo lo que hice en mi vida lo hice en función de poder cazar más y mejor. Cazo porque me gustan las armas, antiguas y modernas, y me gustan los libros y las revistas del tema. Cazo porque me gusta una perdiz en salsa de maní o los anticuchos de paloma o un jamón de pierna de venado. Como todo lo que cazo y no cazo nada que no me coma, salvo algún depredador. Tampoco no me quedo sin comer si no cazo.
    Y si todo lo anterior no responde para el lector a la pregunta de ¿por qué cazo?, las respuestas son muy variadas y sencillas:

    Cazo porque me gusta el cielo limpio y estrellado,
    porque me gusta la cordillera y el desierto.
    Cazo porque me gusta la selva y los pantanos.
    porque me gusta caminar y escalar,
    acampar y madrugar. Hacer una fogata y cocinar.

    Cazo porque me gusta cabalgar,
    me gusta el humo y respirar.
    Cazo porque me gusta el sudor y el cansancio,
    el esfuerzo y el progreso.

    Cazo porque me gusta el trueno y el relámpago,
    la lluvia y la nieve,
    la escarcha y el rocío.
    Porque me gusta el sol y el viento,
    la niebla y las nubes.

    Cazo porque me gustan los halcones y los búhos,
    los sapos y los peces,
    los gorriones y los grillos.
    Porque me gustan las cuculas y las chawas,
    las perdices y los kivios.
    Los patos y las huachuas.

    Cazo porque me gustan los venados y los pumas.
    Las tarucas y los osos.
    Me gustan el sajino y la huangana.
    Porque me gustan el otorongo y los lagartos,
    la vicuña y el guanaco.

    Cazo porque me gustan los guarangos y los molles,
    las pitajayas y los vizcaínos,
    ¡los gigantones!

    Cazo porque me gusta el silencio y el estruendo,
    las flores y las espinas.
    Porque me gustan las quebradas y los montes,
    Los zanjos y los llanos.

    Cazo porque me gustan las piedras y el barro,
    el calor y el frio.
    Cazo porque me gusta el mar, los lagos y los ríos.

    Cazo porque pierdo el tiempo y la distancia
    por el recuerdo y el olvido.
    ¡Cazo porque lo amo y la amo tanto!
    ¡Cazo porque me da la gana!

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