TDP, en la Revista Magnum de Argentina.

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    Tomate©
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    Hace un tiempo, recibí el llamado de Eduardo Rodi, amigo personal y forista de TDP con el nombre de Cesba, Eduardo ha leído mis post del aula virtual y me pedía autorización para usar de base el post que hice sobre ¿Cómo se hacen los cañones? Que se encuentra en el Aula Virtual del foro:

    http://www.tirodefensivoperu.com/forum/index.php?topic=2539.0

    Para hacer y publicar un artículo en la revista Magnum, que es la revista de armas más vendida y leída de mi país.
    Le dije que dispusiera del post e hiciera su magia, en la seguridad de que Eduardo enriquecería el tema y la daría su enfoque particular, ese que siempre he respetado y que hacen de el (además de un amigo) un referente para mí en todos los temas relñacionados a balística y procesos de fabricación, gran parte de lo que he compartido en TDP sobre este tipo de procesos tiene la mano, la inspiración o la directa copia de temas aprendidos,  vistos o discutidos con Eduardo a lo largo de toda una vida de amistad ó en el año que pasé con ellos en el curso del Cesba, donde le dieron orden y fundamentos técnicos a muchos cabos sueltos.
    Como les dije alguna vez, en materia de armas yo nací en Disneylandia, porque dos de las grandes fábricas de armas y municiones de mi país estaban en mi ciudad unas y la otra casi a solo 20 Kms. Y Eduardo es ese señor vestido de Mickey que nos ofrece una vueltita gratis más en la montaña rusa. Da gusto conversar con el de armas y municiones.

    A mi me encantó como quedó el artículo y espero que a Uds. También, aquí va:

    Procesos de Fabricación
    El Tubo Cañón de un Arma de Fuego

    Por Eduardo Rodi

    Hace algunos meses, compartiendo una excelente ronda de mates con el Gran Jefe -a la sazón Don Alberto Aquiles Rossi- en su cálido departamento de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, me transmitía su apreciación respecto de la llamativa cantidad de personas, conocedoras en el tema de las armas, que se concentra en la provincia de Santa Fe y particularmente en la zona de Rosario.
    Por esos días, Alberto estaba trabajando en la edición de un nuevo número de MAGNUM, y en él se publicaban notas del Dr. Elido Cividini, del Comisario Inspector (R) Ricardo Zanni y del Dr. Prunotto Laborde. A ellos, sin dudas, habría que sumarle una gran cantidad de profesionales y aficionados a los sistemas armas-cartuchos que residen a la vera del curso inferior o predelta del Río Paraná, y que no tienen el reconocimiento público de los lectores, por no encausarse en la costumbre de plasmar algunos conceptos en artículos, como sí lo han hecho las personas mencionados anteriormente.
    Trazando un parangón y salvando las distancias, se me ocurría definirlo como una nueva edición de lo que, en la década de 1980, se llamo la Trova Rosarina, pero en este caso de las armas.
    Tiempo después y comentando del tema con Ricardo -el Inspector ya mencionado- a él, se le ocurrió relacionarlo con el hecho de que en la zona aludida de nuestro país, se habían instalado y funcionaron durante décadas, dos de las fábricas militares más importantes de Argentina. Cada uno de nosotros, de manera directa o por pertenecer a instituciones relacionadas, ha tenido alguna vinculación con los dos establecimientos del estado nacional. La de armas portátiles Domingo Matheu, hoy lamentablemente desaparecida -Menem lo hizo- y la de municiones, ubicada en la ciudad de Fray Luís Beltrán, a escasos 21 kilómetros de Rosario.
    Sea cual fuere la razón, lo indudable es que la percepción del Director de la Revista es correcta. Y nosotros lo comprobamos día a día desarrollando nuestra tarea de docentes en el Centro de Estudios Balísticos –CEsBa Rosario-, el cual tiene el orgullo y satisfacción de haberlos contado, a la mayoría de ellos, como alumnos, otros como docentes y también en el doble rol de alumnos y docentes.
    Otra de las personas que engalana nuestra lista de egresados es Adrián De Rosa, alias Tomate. Adrián, que me distingue con su amistad desde hace ya tantos años que no recuerdo, realizó nuestro curso Perito en Armamento en el 2005, la segunda edición que se desarrollara dentro de las instalaciones de la Fábrica Militar que lleva el nombre del fraile que armara al ejército libertario de Sudamérica.
    Para los tiradores deportivos federados y para los conocedores del ambiente del tiro en general, Adrián no ha pasado desapercibido en los últimos veinte años. Director de Tiro del Tiro Federal de Rosario, durante un largo período, e Instructor de Tiro ITA RENAR de reconocida capacidad como docente, además, tiene como característica brindar sus experiencias de manera desinteresada a quien este dispuesto a aprovecharlos. Quizás no sea reconocido por algunos de los lectores de esta revista, sencillamente porque no se la ha despertado aun el interés de publicar, en papel, los conocimientos adquiridos durante su vida.
    Donde sí se ha explayado es en el ciberespacio, donde foros de intercambio como el de Full Aventura, el del Tirador, Armas.es y en particular en el de Tiro Defensivo de Perú, lo han contado entre sus más distinguidos animadores y protagonistas. Sólo es necesario recorrerlos para comprobarlo. En el último mencionado, y en particular en el subforo Aula Virtual, Adrián se ha ocupado de volcar muchos de sus aprendizajes respecto del tiro y otros temas relacionados. Algunos de ellos adquiridos en nuestro curso ya citado.
    Justamente una de esas participaciones me dio pie para comenzar este artículo que contiene mucha de esa información, compartida por Adrián en el aula virtual del foro y citando, como hombre de bien que es, los orígenes de la misma. Veamos.

    Como se fabrica el tubo cañón de un arma  

    Todos reconocemos en el tubo cañón de nuestra arma, a uno de sus componentes vitales. Hay diversos métodos de fabricación que tienen origen en los primeros momentos de su existencia como herramienta de defensa. Describiré algunos de ellos enfocándolo, luego, en aquel que resulta ser el más moderno y utilizado en la actualidad realizando, inicialmente, una pequeñísima reseña histórica.
    Los cañones modernos de las armas de fuego, tal como los conocemos hoy, tienen sus orígenes en la aparición de las ánimas rayadas (estriados) a finales del 1300 principios del 1400.
    No tuvieron estado militar durante casi 400 años ya que, teniendo en cuenta que se encontraba vigente el período de la avancarga, resultaba muy lento el proceso de cargar el sistema y prepararlo para un nuevo disparo (había que introducir la bala por la boca y pegarle con un mazo hasta posicionarla sobre la pólvora propulsora en la zona de la cámara de combustión). No en pocas oportunidades, y debido a los residuos propios del disparo, la bala terminaba atascada en su recorrido antes de llegar a su posición. Resultado: un arma inutilizada en el combate.
    Agravado, además, por el hecho de que rayar un cañón era un procedimiento largo y costoso que  lo debilitaba, por lo que solamente se podían estriar cañones muy robustos y con importantes espesores de pared.
    Estas cuestiones impidieron que se utilizaran masivamente, restringiendo su empleo al tiro al blanco o la caza de animales grandes. En el ámbito militar su utilización se limitaba a pequeños destacamentos de tiradores de elite especialmente entrenados y equipados. El soldado común y corriente no era capaz de la  aplicación adecuada de las armas estriadas. Hasta la aparición de la bala Minie (1850) este inconveniente perduró y desde allí fueron evolucionando y perfeccionándose hasta nuestros días.
    Los primeros cañones fueron de ánima lisa. Formados por un tubo de acero con un diámetro interior igual al calibre del arma y no mucho más.
    Una variante en este tipo de cañones primigenios, muy difundido en los de escopeta y común en nuestro país, incluso encontrándose algunos ejemplares en la actualidad, consistía en enrollar un alambre alrededor de un eje del diámetro del calibre deseado. Se calentaba el conjunto de manera tal que tomara temperatura el alambre, disminuyendo su dureza y luego, golpeando el enrollado, se remachaba o forjaba en caliente, espira contra espira, hasta volverlo una sola pieza (soldadura por forjado).
    Este método a fuerza de golpes y temperatura dio origen a cañones económicos,  bastante resistentes para las pólvoras negras, pero absolutamente obsoletos con las presiones que generan los propelentes modernos. De ahí la advertencia de no utilizar cartuchos modernos en “cañones de alambre” (como se los conoce) ya que se corre el riesgo de sufrir graves accidentes.
    Con la aparición del rayado en los cañones, fue necesario idear nuevos métodos de fabricación y conformación. Veamos la forma interior de un cañón moderno:

    N1.jpg

    Lo que encontramos denominado como campo, era el diámetro original de un cañón liso. Al realizarle las estriados (rifling), el diámetro medido entre fondos de estriado y entre campos se pone de manifiesto por primera vez. Esta diferencia entre campos y fondos, dio lugar a muchos malos entendidos y a un desacuerdo que aún se mantiene en cuanto a que es lo que define al calibre de un arma. Controversia que ha generado la imposibilidad de un criterio único en la estandarización de la nomenclatura vigente. Antiguamente, técnicamente se consideraba que la medición correcta era entre campos, luego, los americanos del norte, impusieron la medida entre fondos. Hoy continúa la discusión agravada con la reaparición, desde hace ya algunos años, de los tubos poligonales.
    Para la fabricación de cañones se utilizan aceros del tipo 4140 (aleación de cromo molibdeno) y 6150 (aleación de cromo-vanadio). Los métodos de fabricación más conocidos son cuatro, a saber:

    Por Arranque de Viruta
    En este sistema diferenciamos dos maneras de realización. En primer lugar con una herramienta de un solo corte. En el siguiente esquema, se dibuja un dispositivo que se utilizaba en los orígenes de la producción de tubos estriados, el cual consistía en un largo eje de acero, denominado “florete”, que en un extremo tenía una uña cortante o herramienta de un filo que se desplazaba en forma de espiral dentro del tubo, y en el otro, un tornillo patrón que en su superficie tenía tallado el paso que se pretendía lograr.
    El desplazamiento se producía hacia delante y hacia atrás, guiado por una tuerca de madera exterior al cañón. Una vez cavada la primera estría, con varias y reiteradas pasadas, se le daba un giro a la tuerca utilizando un divisor y se comenzaba a mecanizar la segunda estría y así de manera sucesiva.

    N2.jpg

    La herramienta que podemos observar en el siguiente esquema contaba con la posibilidad de regulación mediante un tornillo o cambiándola  por otra de dimensión progresiva. De esta manera se lograba la profundidad deseada. Contaba además de canales para la acumulación de virutas que se extraían una vez completado el ciclo.
    El tipo y número de estrías no se encontraba normalizado y dependía del conocimiento personal del armero de turno. Se acostumbraba el empleo de diferentes diseños. Convivían tubos con dos y hasta con veinte surcos, con una profundidad muy variable, del orden de los dos milímetros. Llegando hasta las denominada microestrías o “de sombrero” las que cumplían una pobre función ya que, luego de dos o tres disparos, se cubrían con los residuos de la combustión -que eran importantes con la pólvora negra y los materiales de la época- quedando totalmente desvirtuada su función original.

    N3.jpg

    En la imagen siguiente un esquema obtenido de la enciclopedia Diderot y D´Alambert (L'Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers) editada entre los años 1851 y 1772, de una máquina para estriar los cañones de fusiles.

    N4.jpg

    La rueda de la izquierda, es una regla que permite obtener el espiral que se desee ya que, rotándola a una determinada posición, comunica el movimiento giratorio al orificio portaherramienta que avanza oradando, en el interior del cañón, una estría por paso.
    A partir de la concepción de esta máquina, se logró la reproducción de estriados constantes entre los distintos tubos-cañones elaborados, cuestión imposible de materializar con el sistema anterior. Aquí ya no era necesaria la aplicación directa de la fuerza del brazo del operador, ya que la máquina contaba con una manivela que permitía el movimiento de ida y vuelta necesario para el desarrollo de la tarea. Contaba, además, con un ingenioso y simple sistema el cual, mediante un perno roscado y atornillado al portaherramienta, obligaba a la misma a levantarse levemente logrando un estriado progresivo con mayor profundidad en la zona de la cámara de combustión respecto del de la boca del tubo.


    Saludos desde Rosario, Argentina
    Presumiendo ser el 1º Socio Honorario de la S.T. T.D.P.
    Tomate©
    q=)

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