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Accidentes con Armas de Fuego

tiro defensivo peru accidentes con armas de fuego
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En actividades relacionadas con armas de fuego puede darse la desgracia de que nosotros o uno de los que están con nosotros reciba un disparo. En esta situación, seguramente no estaremos totalmente capacitados y tampoco dispondremos de los medios para enfrentarnos a un problema semejante, por eso es importante siempre estar preparados

Este trabajo representa lo que considero mínimo e indispensable para el legítimo usuario de armas de fuego, en cuanto a primeros auxilios y modo de actuación en situaciones de accidentes con las armas se refiere.

Este material va dirigido fundamentalmente a personas que no sean expertas en primeros auxilios, aunque también puede venirles bien a quienes sí lo sean. En todo caso, este artículo no pretende ser un curso magistral en esta materia, sino simplemente convertirse en una guía de ayuda para los usuarios de armas. 

1. Definición de primeros auxilios 

Los primeros auxilios son la primera atención o ayuda que recibirá un accidentado o enfermo por parte de una persona hasta la llegada de expertos facultativos. Recordemos que, sin un mínimo de capacitación en primeros auxilios, no es recomendable actuar, tanto por la salud del auxiliado y del propio auxiliador, pues una inadecuada intervención puede terminar de manera fatal para ambos. Es fundamental no intentar movilizar al auxiliado por nuestros medios, a no ser que la situación sea leve y consideremos que no produciremos un mal mayor. Ejemplo de estas actuaciones pueden ser las quemaduras o golpes producidos ante la rotura de un arma. En situaciones de mayor gravedad, se necesitará la presencia de un experto facultativo. 

2. Prevención: el botiquín 

Como en todas las órdenes de la vida, siempre es mejor prevenir que curar. Por eso, en las actividades relacionas con las armas de fuego no está de más llevar un botiquín de primeros auxilios para actuar como primera medida de intervención ante un accidente. Quemaduras por la salida de gases, cortes por vainas vacías y roturas de piezas son varias de las causas de heridas producidas por las armas de fuego. Un simple botiquín con lo básico (apósitos, desinfectantes, un rollo de vendas, cicatrizantes, gasas y cinta adhesiva) puede servirnos para proteger cortes, aliviar quemaduras, frenar sangrados y limpiar heridas. Esto es de suma importancia tanto en el campo de tiro, zonas cinegéticas aisladas y hasta en los propios lugares cotidianos de nuestra vida. No está de más llevar agua en abundancia, pues a parte de saciar nuestra sed puede servir para aliviar una quemadura de primer grado (quemaduras superficiales sobre la piel que producen ardor y dolor). 

3. La atención del accidentado 

La primera medida de atención será no abandonar al auxiliado. Por varias razones: primero, porque conservar la calma ayuda a dar más seguridad al auxiliado; segundo, para alejar a los curiosos que puedan entorpecer nuestra labor; tercero, para impedir que la persona se sienta sola; cuarto, para tratar de dar abrigo y aliento al accidentado; y por último, porque de esta manera podremos evaluar el estado de salud del herido mientras esperamos la llegada de los profesionales. 

Si el herido está inconsciente, tendremos que colocarlo de costado para que no se ahogue con su propia lengua o con posibles vómitos. Estando boca arriba y ladeando su cabeza hacia un lateral lograremos el mismo efecto preventivo. Si vemos que la persona palidece será un síntoma de poca circulación sanguínea hacia su cerebro, por lo que trataremos de mantenerlo en una posición más baja que la del cuerpo para que el cerebro reciba una buena circulación de sangre. En caso de presentar un rostro enrojecido, tendremos que hacer la maniobra en orden inverso. Recordemos que las secuelas en el cerebro son irreversibles y esta simple maniobra podría impedir un mal mayor. 

4. Verificación de los síntomas 
La verificación de los signos vitales puede ayudar a que una persona se mantenga en un correcto estado de salud. Si falla la respiración, este problema puede derivar en un paro cardiorrespiratorio, así que en caso de sospechar que el accidentado presenta deficiencia respiratoria, lo verificaremos de la siguiente manera: poniendo nuestro rostro sobre su nariz para sentir si exhala y viendo y sintiendo el movimiento de su tórax. También colocado el dedo índice sobre la tráquea y la muñeca o zona radial verificamos su pulso. Un pulso normal en un adulto ronda las 60 pulsaciones por minuto. Si sobreviene el paro cardiorrespiratorio, tendremos que aplicar un masaje para estimular los músculos del corazón y que éste bombee sangre de nuevo. Este masaje también llenará de aire los pulmones, obteniendo finalmente una resucitación cardiorrespiratoria o R.C.P. 

5. Posición de seguridad 

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Recuperación cardiorespiratoria

La posición de seguridad será fundamental cuando el auxiliador tenga que trasladarse para buscar ayuda. Al dejar solo al auxiliado, tendremos que asegurarnos de dejarlo en la posición de seguridad. Consiste en ubicar el cuerpo de la víctima con la cabeza de lado para que no se ahogue por su propio vómito en caso de producirse en nuestra ausencia. Para lograr esta posición, estando el auxiliado en decúbito dorsal, se flexiona una de sus piernas, extendiendo el brazo del mismo lado paralelo al cuerpo. El otro brazo se flexionará por delante del rostro quedando la mano del mismo sobre su mejilla contraria. Lograda esta posición, se llevará la mano del brazo extendido hacia debajo de su cuerpo, sirviendo ésta posteriormente como apoyo. Ya en estas condiciones, nos ubicaremos del lado de la pierna flexionada, tomaremos al auxiliado del codo del brazo flexionado sobre su mejilla y desde la cintura para tirar hacia nosotros el cuerpo. Al rodar sobre su brazo extendido, quedará en posición lateral, descansando su rostro sobre el dorso de la mano que anteriormente ubicamos sobre su mejilla. Para finalizar, la mano que quedó debajo de su cuerpo será retirada hacia atrás, es decir hacia su espalda, evitando que vuelva de forma involuntaria a la posición inicial boca arriba. 

6. Contención de hemorragias 

En actividades relacionadas con armas de fuego puede darse la desgracia de que nosotros o uno de los que están con nosotros reciba un disparo. En esta situación, seguramente no estaremos totalmente capacitados y tampoco dispondremos de los medios para enfrentarnos a un problema semejante, pero sin abusar de nuestra ayuda pondremos en práctica lo mencionado en los puntos 1, 2, 3, 4 y 5. Ante una herida, lo primero que hay que tener en cuenta es: contener la hemorragia, solicitar auxilio profesional, aislar la herida por medio de un apósito, y limpiar la herida en caso de no recibir ayuda de personal idóneo. Las hemorragias se pueden clasificar como interna, externa y mixta. Es fundamental detener la hemorragia aplicando las siguientes medidas: si la hemorragia es importante, tendremos que mantener al herido acostado, mantener el cuerpo caliente, si la herida está cubierta de ropa, descubrir la misma, y si está en una extremidad, elevarla. Las formas de detener la hemorragia son: por compresión directa sobre la herida con un apósito o pañuelo; por presión indirecta, presionando con la mano y los dedos el torniquete o vendaje; por torniquete, el cual se aplicará lo más cerca posible de la herida, colocando un apósito sobre la misma y sujetándolo con un vendaje para luego cruzar cualquier objeto para retorcer el apósito. Una vez aplicado, se aflojará en adultos cada 15 minutos y para los menores cada 7 minutos. 

Los puntos de presión idóneos de una arteria principal se encuentran cerca de la superficie cutánea y sobre una superficie ósea. Hacer presión sobre estas partes tiene como finalidad comprimir la arteria contra la superficie ósea, interrumpiendo así la corriente sanguínea. Ante una herida con arma blanca u otro objeto punzante, nunca intentemos sacar el objeto por nuestra cuenta, ni coser ninguna herida, ya que no estamos debidamente capacitados. Por último, cuando apliquemos un apósito para frenar el sangrado, no deberemos reemplazar el empapado por otro limpio, sino que siempre aplicaremos uno sobre otro. Y como norma general, no dar de beber al herido. 

7. Pérdida del conocimiento 

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Protección ocular y auditiva

El desfallecimiento es una pérdida incompleta del conocimiento. En este caso, la víctima presenta malestar general, sudoración fría, mareos y pérdida de estabilidad. En esta circunstancia colocaremos al auxiliado sentado, poniendo la cabeza contra sus piernas, o bien lo acostaremos con la cabeza más baja que el cuerpo, elevando sus piernas y masajeando sus pies. Así, lograremos una buena irrigación sanguínea hacia el cerebro. El desmayo o lipotimia puede sobrevenir después del estado anterior o de forma espontánea, aplicándose las mismas actuaciones que para el desfallecimiento. En el estado de shock todas las funciones del organismo sufren una depresión que hace que las tensiones orgánicas disminuyan o cesen de manera parcial. Este estado puede ser postraumático, por grandes dolores producidos por fracturas, hemorrágico, por grandes pérdidas de sangre, o por deshidratación. Los síntomas que presenta una persona en shock son: palidez en cara, mucosas y extremidades. Sudoración fría, pulso débil y rápido (pudiendo ser imperceptible), respiración irregular y superficial, apatía y frio. En este caso se actuará como anteriormente se mencionó y tratando de que sea atendido de forma inmediata para asegurar su buena salud en todos los casos, ya sea tanto para un herido o como para el que presenció un accidente y no soportó tal situación sufriendo un desfallecimiento o desmayo. Por último, en un estado de coma actuaremos manteniendo las funciones vitales respiración-circulación y trasladando inmediatamente a la victima a un centro hospitalario. 

8. Heridas leves 

Es importante utilizar gafas de tiro adecuadas
Protectores auditivos para evitar lesiones

Las heridas leves como quemaduras son producidas por gases despedidos de la deflagración de la pólvora o iniciadores que fueron perforados y que soplan en rostros y vista no cubiertos como también en manos y brazos. Cuando surja una ampolla nunca se reventará, sino que habrá que recurrir al medico para seguir sus indicaciones. Los ojos desprotegidos, en caso de verse afectados y de que un objeto extraño ingrese en su interior (de los tantos que desprende un arma de fuego al momento del disparo como partículas de latón, pólvora, plomo, etc.), no intentar sacarlo. Sólo proteger el ojo con un vendaje que no produzca presión. En caso de sufrir un golpe, aplicar hielo o un objeto frío. 

Las lesiones de oído son otra constante de nuestra actividad. Son lesiones complejas y que muchas veces ocurren por no disponer de protección adecuada. En estos casos, sea grave o leve la lesión sólo queda recurrir a un especialista para que evalúe el daño y el posterior tratamiento. En caso de sufrir una hemorragia de oído, nunca tapar o detenerla. 

9. Traslado del herido 
Por lo general, en el campo de tiro habrá un vehículo y un botiquín de primeros auxilios disponible. También puede haber algún instructor de tiro que esté capacitado para actuar en las primeras atenciones después del incidente que sufra alguien en las instalaciones, pero en un campo de tiro informal o en el propio terreno de caza contaremos con menor grado de preparación para enfrentarnos a un posible accidente (a no ser que estemos en un coto de caza habilitado o que el auxiliador sea médico). En todo caso, el traslado del herido siempre será un punto muy importante y en este caso deberemos tomar las medidas adecuadas para no agravar la situación. Movimientos leves y coordinados serán fundamentales para no torturar más al ya de por sí dolorido accidentado. Evitar movimientos de cabeza y extremidades, inmovilizarlo y mantenerlo abrigado son claves para un correcto traslado.